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MARIPOSA - NICOLÁS GUILLÉN


Mariposa:

Quisiera
hacer un verso que tuviera
ritmo de Primavera;
que fuera
como una fina mariposa rara,
como una mariposa que volara
sobre tu vida, y cándida y ligera
revolara
sobre tu cuerpo cálido de cálida de palmera
y al fin su vuelo absudo reposara
—tal como en una rosa azul de la pradera—
sobre la linda rosa de tu cara...

Quisiera
ser un verso que tuviera
toda la fragancia de la Primavera
y que cual una mariposa rara
revolara
sobre tu vida, sobre tu cuerpo, sobre tu cara.

Nicolás Guillén.

Rafael Turia.
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LOS FORMALES Y EL FRÍO - MARIO BENEDETTI



Los formales y el frío:

Quién iba a prever que el amor, ese informal 
se dedicara a ellos tan formales 

mientras almorzaban por primera vez 
ella muy lenta y él no tanto 
y hablaban con sospechosa objetividad 
de grandes temas en dos volúmenes 
su sonrisa, la de ella, 
era como un augurio o una fábula 
su mirada, la de él, tomaba nota 
de cómo eran sus ojos, los de ella, 
pero sus palabras, las de él, 
no se enteraban de esa dulce encuesta 

como siempre o como casi siempre 
la política condujo a la cultura 
así que por la noche concurrieron al teatro 
sin tocarse una uña o un ojal 
ni siquiera una hebilla o una manga 
y como a la salida hacía bastante frío 
y ella no tenía medias 
sólo sandalias por las que asomaban 
unos dedos muy blancos e indefensos 
fue preciso meterse en un boliche 

y ya que el mozo demoraba tanto 
ellos optaron por la confidencia 
extra seca y sin hielo por favor 
cuando llegaron a su casa, la de ella, 
ya el frío estaba en sus labios ,los de él, 
de modo que ella fábula y augurio 
le dio refugio y café instantáneos 

una hora apenas de biografía y nostalgias 
hasta que al fin sobrevino un silencio 
como se sabe en estos casos es bravo 
decir algo que realmente no sobre 

él probó solo falta que me quede a dormir 
y ella probó por qué no te quedas 
y él no me lo digas dos veces 
y ella bueno por qué no te quedas 
de manera que él se quedó en principio 
a besar sin usura sus pies fríos, los de ella, 
después ella besó sus labios, los de él, 
que a esa altura ya no estaban tan fríos 
y sucesivamente así 
mientras los grandes temas 
dormían el sueño que ellos no durmieron.

Mario Benedetti.

Rafael Turia.


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ME LO CONTARON AYER - RAFAEL DE LEÓN

Me lo contaron ayer:

Me lo contaron ayer 
las lenguas de doble filo 
que te casaste hace un mes 
y me quedé tan tranquilo

Otro tonto en mi caso 
se hubiera puesto a llorar, 
pero yo cruzándome de brazos 
dije que me daba igual

No voy a pegarme un tiro 
o te llenaré de maldiciones 
ni apedrearé con mis suspiros 
las rejas de tus balcones

Qué te has casado, buena suerte 
ojalá que vivas cien años contenta 
y que a la hora de tu muerte, 
Dios ni te lo tome a cuenta

Y si al subir por el altar 
mi nombre se te olvidó 
juro por la gloria de mi madre 
que no te guardo rencor

Porque aquel que no fue tu amigo 
ni tu novio ni tu amante 
es quien más te ha querido 
y con eso, con eso tengo bastante.

Rafael de León.

Rafael Turia.
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ROMANCE DE AQUEL HIJO QUE NO TUVE CONTIGO - RAFAEL DE LEÓN



Romance de aquel hijo que no tuve contigo:

Hubiera podido ser
hermoso como un jacinto
con tus ojos y tu boca
y tu piel color de trigo,
pero con un corazón
grande y loco como el mío.
Hubiera podido ir,
las tardes de los domingos,
de mi mano y de la tuya,
con su traje de marino,
luciendo un ancla en el brazo
y en la gorra un nombre antiguo.
Hubiera salido a ti
en lo dulce y en lo vivo,
en lo abierto de la risa
y en lo claro del instinto,
y a mí... tal vez que saliera
en lo triste y en lo lírico,
y en esta torpe manera
de verlo todo distinto.
¡Ay, qué cuarto con juguetes,
amor, hubiera tenido!
Tres caballos, dos espadas,
un carro verde de pino,
un tren con cuatro estaciones,
un barco, un pájaro, un nido,
y cien soldados de plomo,
de plata y oro vestidos.
¡Ay, qué cuarto con juguetes,
amor, hubiera tenido!
¿Te acuerdas de aquella tarde,
bajo el verde de los pinos,
que me dijiste: —¡Qué gloria
cuando tengamos un hijo! ?
Y temblaba tu cintura
como un palomo cautivo,
y nueve lunas de sombra
brillaban en tu delirio.
Yo te escuchaba, distante,
entre mis versos perdido,
pero sentí por la espalda
correr un escalofrío...
Y repetí como un eco:
«¡Cuando tengamos un hijo!...»
Tú, entre sueños, ya cantabas
nanas de sierra y tomillo,
e ibas lavando pañales
por las orillas de un río.
Yo, arquitecto de ilusiones
levantaba un equilibrio
una torre de esperanzas
con un balcón de suspiros.
¡Ay, qué gloria, amor, qué gloria
cuando tengamos un hijo!
En tu cómoda de cedro
nuestro ajuar se quedó frío,
entre azucena y manzana,
entre romero y membrillo.
¡Qué pálidos los encajes,
qué sin gracia los vestidos,
qué sin olor los pañuelos
y qué sin sangre el cariño!
Tu velo blanco de novia,
por tu olvido y por mi olvido,
fue un camino de Santiago,
doloroso y amarillo.
Tú te has casado con otro,
yo con otra hice lo mismo;
juramentos y palabras
están secos y marchitos
en un antiguo almanaque
sin sábados ni domingos.
Ahora bajas al paseo,
rodeada de tus hijos,
dando el brazo a... la levita
que se pone tu marido.
Te llaman doña Manuela,
llevas guantes y abanico,
y tres papadas te cortan
en la garganta el suspiro.
Nos saludamos de lejos,
como dos desconocidos;
tu marido sube y baja
la chistera; yo me inclino,
y tú sonríes sin gana,
de un modo triste y ridículo.
Pero yo no me doy cuenta
de que hemos envejecido,
porque te sigo queriendo
igual o más que al principio.
Y te veo como entonces,
con tu cintura de lirio,
un jazmín entre los dientes,
de color como el del trigo
y aquella voz que decía:
«¡Cuando tengamos un hijo!...»
Y en esas tardes de lluvia,
cuando mueves los bolillos,
y yo paso por tu calle
con mi pena y con mi libro
dices, temblando, entre dientes,
arropada en los visillos:
«¡Ay, si yo con ese hombre
hubiera tenido un hijo!...»

Rafael de León.

Rafael Turia.

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LAS CARICIAS - MANUEL ALTOLAGUIRRE




Las caricias:

¡Qué música del tacto
las caricias contigo!
¡Qué acordes tan profundos!
¡Qué escalas de ternuras,
de durezas, de goces!
Nuestro amor silencioso
y oscuro nos eleva
a las eternas noches
que separan altísimas
los astros más distantes.
¡Qué música del tacto
las caricias contigo!

Manuel Altolaguirre.

Rafael Turia.
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POEMA DEL OLVIDO - J. A. BUESA



Poema del olvido:

Viendo pasar las nubes fue pasando la vida,
y tú, como una nube, pasaste por mi hastío.
Y se unieron entonces tu corazón y el mío,
como se van uniendo los bordes de una herida.

Los últimos ensueños y las primeras canas
entristecen de sombra todas las cosas bellas;
y hoy tu vida y mi vida son como estrellas,
pues pueden verse juntas, estando tan lejanas...

Yo bien sé que el olvido, como un agua maldita,
nos da una sed más honda que la sed que nos quita,
pero estoy tan seguro de poder olvidar...

Y miraré las nubes sin pensar que te quiero,
con el hábito sordo de un viejo marinero
que aún siente, en tierra firme, la ondulación del mar.

J. A. Buesa.

Rafael Turia.


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AMOR CONDUSSE NOI AD UNA MORTE - XAVIER VILLAURRUTIA



Amor condusse noi ad una morte:

Amar es una angustia, una pregunta, 
una suspensa y luminosa duda; 
es un querer saber todo lo tuyo 
y a la vez un temor de al fin saberlo. 

Amar es reconstruir, cuando te alejas, 
tus pasos, tus silencios, tus palabras, 
y pretender seguir tu pensamiento 
cuando a mi lado, al fin inmóvil, callas. 

Amar es una cólera secreta, 
una helada y diabólica soberbia. 

Amar es no dormir cuando en mi lecho 
sueñas entre mis brazos que te ciñen, 
y odiar el sueño en que, bajo tu frente, 
acaso en otros brazos te abandonas. 

Amar es escuchar sobre tu pecho, 
hasta colmar la oreja codiciosa, 
el rumor de tu sangre y la marea 
de tu respiración acompasada. 

Amar es absorber tu joven savia 
y juntar nuestras bocas en un cauce 
hasta que de la brisa de tu aliento 
se impregnen para siempre mis entrañas. 

Amar es una envidia verde y muda, 
una sutil y lúcida avaricia. 

Amar es provocar el dulce instante 
en que tu piel busca mi piel despierta; 
saciar a un tiempo la avidez nocturna 
y morir otra vez la misma muerte 
provisional, desgarradora, oscura. 

Amar es una sed, la de la llaga 
que arde sin consumirse ni cerrarse, 
y el hambre de una boca atormentada 
que pide más y más y no se sacia. 

Amar es una insólita lujuria 
y una gula voraz, siempre desierta. 

Pero amar es también cerrar los ojos, 
dejar que el sueño invada nuestro cuerpo 
como un río de olvido y de tinieblas, 
y navegar sin rumbo, a la deriva: 
porque amar es, al fin, una indolencia.

Xavier Villaurrutia.


Rafael Turia.
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SOLEDADES - BENEDETTI



Soledades:

Ellos tienen razón 
esa felicidad 
al menos con mayúscula 
no existe 
ah, pero si existiera con minúscula 
sería semejante a nuestra breve 
presoledad 

después de la alegría la presoledad 
después de la plenitud viene la soledad 
después del amor viene la soledad. 

Ya sé que es una pobre deformación 
pero lo cierto es que en ese durable minuto 
uno se siente 
solo en el mundo 
sin asideros 
sin pretextos 
sin abrazos 
sin rencores 
sin las cosas que unen o separan. 

Y en esa sola manera de estar solo 
ni siquiera uno se apiada de uno mismo. 

Los datos objetivos son como sigue: 

hay diez centímetros de silencio 
entre manos y mis manos 
una frontera de palabras no dichas 
entre tus labios y mis labios 
y algo que brilla así de triste 
entre tus ojos y mis ojos 
claro que la soledad no viene sola 

si se mira sobre el hombro mustio 
de nuestras soledades 
se verá un largo y compacto imposible 
un sencillo respeto por terceros y cuartos 
ese percance de ser buena gente. 

Después de la alegría 
después de la plenitud 
después del amor 
viene la soledad. 

Conforme 
pero 
¿qué vendrá después 
de la soledad? 

A veces no me siento 
tan solo 

si imagino 
mejor dicho si sé 
que más allá del mi soledad 
y de la tuya 
otra vez estás vos 
aunque preguntándome a solas 
qué vendrá después 
de la soledad. 

Mario Benedetti.


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SE DEJA DE QUERER - J. A. BUESA



Se deja de querer:

Se deja de querer, y no se sabe 
por qué se deja de querer. 
Es como abrir la mano y encontrarla vacía, 
y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue. 

Se deja de querer, y es como un río 
cuya corriente fresca ya no calma la sed; 
como andar en otoño sobre las hojas secas 
y pisar la hoja verde que no debió caer. 

Se deja de querer, y es como el ciego 
que aún dice adiós, llorando,después que pasó el tren;   
o como quien despierta recordando un camino, 
pero ya sólo sabe que regreso por él. 

Se deja de querer como quien deja 
de andar por una calle, sin razón, sin saber; 
y es hallar un diamante brillando en el rocío, 
y que, al recogerlo, se evapore también. 

Se deja de querer, y es como un viaje 
detenido en la sombra, sin seguir ni volver; 
y es cortar una rosa para adornar la mesa, 
y que el viento deshoje la flor en el mantel. 

Se deja de querer, y es como un niño 
que ve cómo naufragan sus barcos de papel; 
o escribir en la arena la fecha de mañana 
y que el mar se la lleve  con el nombre de ayer. 

Se deja deja de querer, y es como el libro 
que, aún abierto hoja a hoja, quedó a medio leer; 
y es como la sortija que se quitó del dedo, 
y sólo así supimos que se marco en la piel. 

Se deja de querer y no se sabe 
por qué se deja de querer... 

 José Ángel Buesa.

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SI MIS MANOS PUDIERAN DESHOJAR - F. G. LORCA



Si mis manos pudieran deshojar:

Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu nombre me suena
más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia.

¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!!

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TE QUIERO - JAIME SABINES



Te quiero como...:

Te quiero como para invitarte a pisar hojas secas una de estas tardes. Te quiero como para salir a caminar, hablar del amor, mientras pateamos piedritas. Te quiero como para volvernos chinos de risa, ebrios de nada y pasear sin prisa las calles. Te quiero como para ir contigo a los lugares que más frecuento, y contarte que es ahí donde me siento a pensar en ti. Te quiero como para escuchar tú risa toda la noche. Te quiero como para no dejarte ir jamás. Te quiero como se quiere a ciertos amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás.


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CUANDO EL AMOR OS LLEGUE - KHALIL GIBRAN


Cuando el amor os llegue: 

Cuando el amor os llegue,
seguidlo,
aunque sus senderos sean
arduos y penosos.
Y cuando os envuelva bajo
sus alas, entregaos a él,
aunque la espada escondida
entre sus plumas os hiera
Y cuando os hable, creed en él,
aunque su voz sacuda vuestros sueños,
como hace el viento del norte
que arrasa los jardines.
Estad juntos, pero dejad que
crezcan espacios en vuestra cercanía,
y dejad que los vientos del cielo
libren sus danzas entre vosotros.
Amaos con devoción,
pero no hagáis del amor una atadura,
haced del amor un mar móvil
entre las orillas de vuestras almas.
Llenaos uno al otro vuestras copas,
pero no bebáis de una misma copa,
compartir vuestro pan,
pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos.
Y estad alegres, pero que cado uno de
vosotros sea independiente.
Las cuerdas de un laúd
están separadas aunque vibren con la misma música.
Dad vuestro corazón, pero no para que
vuestro compañero se adueñe de él,
porque solo la mano de la vida puede
contener los corazones.
Y permaneced juntos, pero no demasiado juntos,
porque los pilares sostienen el templo,
pero están separados.
Y ni el roble crece bajo la sombra del ciprés,
ni el ciprés bajo la del roble.

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TU RISA - PABLO NERUDA



Tu risa:

Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.

No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí todas
las puertas de la vida.

Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, por que tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.

Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
por que me moriría.

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A UNA DAMA MUY JOVEN, SEPARADA - JAIME GIL DE BIEDMA


A una dama muy joven, separada:

En un año que has estado
casada, pechos hermosos,
amargas encontraste
las flores del matrimonio.
              
Y una buena mañana
la dulce libertad
elegiste impaciente,
como un escolar.
              
Hoy vestida de corsario
en los bares se te ve
con seis amantes por banda
-Isabel, niña Isabel-,
              
sobre un taburete erguida,
radiante, despeinada
por un viento sólo tuyo,
presidiendo la farra.
              
De quién, al fin de una noche,
no te habrás enamorado
por quererte enamorar!
Y todo me lo han contado.
              
¿No has aprendido, inocente,
que en tercera persona
los bellos sentimientos
son historias peligrosas?
              
Que la sinceridad
con que te has entregado
no la comprenden ellos,
niña Isabel. Ten cuidado.
              
Porque estamos en España.
Porque son uno y lo mismo
los memos de tus amantes,
el bestia de tu marido.

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ELEGIA LAMENTABLE - J.A. BUESA

Empezamos esta nueva sección explicando en qué se basará y qué se podrá encontrar en ella. 

Cada semana tendremos el maravilloso honor de poder compartir la excelsa voz de un personaje tan reconocido como Rafael Turia, famoso por dar voz a radios, documentales y, lo que a nosotros nos concierne, poesía. 

Rafael Turia rompe en cada una de sus publicaciones con la relación moderna entre vista y poesía, para hacer entrar esta por el oído mediante una voz cálida, aterciopelada, inigualable. 

En esta primera entrada ofrecemos su última aportación: su voz al incomparable poema Elegia lamentable, del poeta cubano conocido como "el poeta enamorado", José Ángel Buesa. 






Elegia lamentable:

Desde este mismo instante seremos dos extraños

por estos pocos días, quién sabe cuántos años...
Yo seré en tu recuerdo como un libro prohibido
uno de esos que nadie confiesa haber leído.
Y así mañana, al vernos en la calle, al acaso,
tú bajarás los ojos y apretarás el paso,
y yo, discretamente, me cambiaré de acera,
o encenderé un cigarro, como si no te viera...


II

Seremos dos extraños desde este mismo instante
y pasarán los meses, y tendrás otro amante:
y como eres bonita, sentimental y fiel,
quizás, andando el tiempo, te casarás con él.
Y ya, más que un esposo será como un amigo,
aunque nunca le cuentes que has soñado conmigo,
y aunque, tras tu sonrisa, de mujer satisfecha,
se te empañen los ojos, al llegar una fecha.


III

Acaso, cuando llueva, recordarás un día
en que estuvimos juntos y en que también llovía.
Y quizás no te pongas, nunca más, aquel traje
de terciopelo verde, con adornos de encaje.
O harás un gesto mío, tal vez sin darte cuenta,
cuando dobles tu almohada con mano soñolienta.
Y domingo a domingo, cuando vayas a misa,
de tu casa a la iglesia, perderás tu sonrisa.


IV

¿Qué más puedo decirte? Serás la esposa honesta
que abanica al marido cuando ronca su siesta:
y tras fregar los platos y destender las camas,
te pasarás las noches sacando crucigramas...
Y así, años y años, hasta que, finalmente,
te morirás un día, como toda la gente.
Y voces que aún no existen sollozarán tu nombre,
y cerrarán tus ojos los hijos de otro hombre.


V

No me importa quién pase después por un sendero,
si me queda el orgullo de haber sido el primero.
Y el vaso que embriagara mi ilusión o mi hastío,
aunque esté en otra mano, seguirá siendo mío.
Por eso puedes irte, mi pobre soñadora,
pues si el reloj se para, no detiene la hora,
y tú serás la misma de las noches aquellas,
aunque cierres los ojos para no ver las estrellas...

 
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