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TREN DE LA VIDA

Fue por poco. Por muy poco. Fue ese preciado botín compuesto por milésimas de segundo el que ELLA logró aprovechar para entrar bajo los pitidos del convoy y sobre unas puertas que ya se juntaban y cerraban por completo. Y por suerte, el tren circulaba semi-vacío. El viaje era largo, de 40 minutos, y hacérselo sentada dulcificaría ese intervalo de tiempo, a pesar de que ELLA esta vez no tenía ganas de leer. De entre los varios huecos que observó sin dueño, eligió uno donde podía recostar su brazo al lado de la ventanilla. No le resultaba difícil ensimismarse del entorno agresivo de ruidos, luces y sombras que presenta un tren en marcha. ELLA había aprendido a escudarse bajo sus auriculares negros y tan discretos como su temperamento. También había aprendido a relajarse en cada asiento, a cerrar sus ojos y ver así el paisaje nítido que no era capaz de ver con estos abiertos. Lo intentó hacer de nuevo, como cada día, pero esta vez advirtió que sus párpados estaban prestos y que aquellas canciones que antaño le entraban como aire fresco, ahora las sentía engrasadas en la más trivial y previsible de las rutinas.

Quizá fue por esas notas predecibles o porque le llegó el aroma de encanto que desprendía a escasos centímetros la chica sentada justo en frente, que aparentaba su edad y que seguramente la tendría. Lo cierto, es que esa suma de advertencias desató el desafío ya perdido por abstraerse y ensoñarse y ELLA, sin apenas desligar los pequeños auriculares de sus pequeñas orejas, desarmó de volumen hasta dejarlas en absoluto silencio esas canciones comunes. Desde hacía un buen tiempo que le gustaba ser sutil y cautelosa, que sus movimientos siempre suaves apenas se advirtiesen. ELLA descubrió de adolescente las ventajas de la astucia implícita a la vez que perdía mientras crecía y sufría tras mostrar sus cartas y ases de manera franca y sincera. Y por eso con disimulo, le gustaba lo que antes oía y ahora ya escuchaba en ese momento en el que todo parecía quieto mientras el tren se movía. ELLA escuchaba cada vez con más aplicación y esmero, como si ELLA fuera la cliente más fiel de las palabras que partían de los labios de aquella chica de enfrente.

Daniel Arrébola.
@apetececine
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AZUL Y VERDE

¿Qué se esconde en el océano? Quizás grandes pulpos de color violeta o malva, con los ojos grandes de color azul cielo y los tentáculos suaves como el terciopelo. Quizás híbridos entre medusa y globo, como un circulo muy redondito acabado en una especie de tutú de ballet hecho de membrana semi transparente, y de color amarillo, con los ojos más negros que jamás hayas visto. Puede que existan grandes serpientes con aletas similares a las alas de ángel, de todos los colores habidos, con escamas, de color lila, granate, rosa, azul o verde, en la parte superior, y diminutas ventosas a lo largo de todo el vientre, ventosas del mismo color que sus redondeados dientes, plata azulado. O criaturas similares a nosotros, con dedos en las manos pero sin pies, cuyos dientes cortan como sables, con colas similares a las de los peces pero de un tamaño mayor, y trajes hechos de algas, adornando sus cabellos con pedazos limados de coral.

 ¿Qué se esconde en el bosque? Quizás pequeñas hadas con alas de libélula, ataviadas con pequeños atuendos hechos con pieles de conejo, mulliditos y con mucho pelo, y cargando arcos y flechas, con la lengua bífida de color rojo al igual que sus ojos, y la piel translucida a la luz del sol. O quizás cuervos que no son cuervos, sino felinos alados, de un color tan negro que se confunde con la noche en el momento en que para devorarte te ciega poniendo sus alas sobre tus ojos sin que lo veas llegar. O puede que hayan grandes lobos, con un pelaje muy distinto a toda clase conocida, similar al tacto de la corteza de los árboles, con las orejas redondas en lugar de puntiagudas y los dientes no de hueso sino de piedra. O pájaros de luz, como luciérnagas en la noche, fuegos fatuos, con la capacidad de cambiar de color a voluntad para guiar a los caminantes perdidos de vuelta a casa sin ver nada que los pueda desalentar, con los ojos y el cuerpo transparentes para poder iluminarse y el pecho peludito, con el pico rosa y un canto dulce y fino.

Alba Ferrer.
@dihiftsukai
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DE AHORA EN ADELANTE, SIEMPRE:

Que no te arrepientas de haber saltado, que el premio aunque no lo ves, ya lo tienes y así es.

Que no hay que mirar atrás, que el ayer ya no cuenta. Que lo que importa es hoy, y el mañana, y sobretodo…lo que estés haciendo ahora para aprovechar tus horas.

Atrévete con todo, ¡que no hay nada que perder!

Solo el miedo y el saber, que lo que sea que tú quieras, tienes la oportunidad de ser.

Alba Villafañe.
@alalba11
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ENTRE MIL VERSOS DESPIERTOS:

Rebelión bajo la sombra. 
Obra luz una pareja. 
Dos libros alumbran abiertos
páginas en cuerpos insomnes
entre mil versos despiertos. 

Espadas espontáneas sangran coros de amistades. 
Un Te Quiero como ataque y 
un beso de defensa forjado en secretos labios... 
Armados de un arsenal de aromas encontrados, 
de pólvora de amores. 

Viajeros de raíces costeras
que emergen sobre sus huellas.
Sobre sus manos de seda hiladas
salvadas en pieles sumisas a la aventura. 
Empuñan sonrisas pinceladas del color de la ternura. 

Pestañas capitanas de un velero 
llamado Ojos de Ángel de la Guarda,
rostros por mares ingenuos...
Miradas de ninfas.
Semblantes de halagos.

Se les ve en la orilla a ambos
y parecen desafiar a los números
al vestir su cuenta con adornos de latidos,
y parecen pensar con los párpados sellados
y guiar palabras con lacrados labios. 

No son más que dos granos de arena
entre arenas de misterios. 
Mas entre guiños reconocidos
son algo más que muchos...
Son solamente un fruto de mil estrellas. De mil versos. 


A Georgina y Víctor. Una pareja que inspira letras por la sangre de un letrero. 

D.A.C.
@apetececine
http://apetececine.wordpress.com/

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UNA FORMA DE VIDA:

Desde que naciste, la gasolina y el asfalto han corrido por tus venas. Una pasión escrita a fuego en tus genes, alentada por algo que aún ni tú comprendes. Recuerdas ser muy pequeño y sentarte frente al televisor con los ojos como platos para ver las carreras, imaginándote que tú eras uno de ellos. Que ibas montado sobre aquellos caballos de metal, ya pasados de moda, pero que en aquellos tiempos te parecían salidos de una película de ciencia ficción. Te imaginabas que eras tú el que corría, adelantando a rivales, rasgando el viento a velocidades imposibles, luchando por el podio y levantándote dolorido cuando aquellas maquinas endiabladas perdían frente a las leyes de la física que vuelta tras vuelta los pilotos ponían a prueba.

Tú no te dabas cuenta, pero tu pequeño cuerpo se balanceaba sutilmente en el sofá en cada curva, frenaba y aceleraba cuando ellos lo hacían, tensando hasta el último músculo de tu cuerpo, y los latidos de tu corazón palpitaban tan rápido como lo hacían los de tus ídolos, bombeando adrenalina que te secaba la boca y te erizaba el vello.

Creciste y el sueño de tener tu moto propia cada vez era más fuerte. Intentaste convencer a tus padres, pero el miedo de tu madre y la cabezonería de tu padre, junto a una situación familiar bastante ajustada, te negaron ese capricho que para ti era una necesidad, así que decidiste ponerte a trabajar mientras estudiabas, hincando los codos como el que más para demostrarle a tu familia que eras responsable. Tenaz como el que más, día a día dabas ejemplo de tener la cabeza sobre los hombros y no ser un “bala perdida” que quería comprarse una moto para hacer caballitos e impresionar a la chica más guapa del barrio.

Pasó el tiempo y por fin, conseguiste ahorrar lo suficiente para poder tener entre tus manos y tus piernas el objeto de tu deseo. Fue tu padre quien te acompañó ese día y aún recuerdas cómo te temblaban las piernas al montar por primera vez en aquella Yamaha. Fue tu primera moto, tu primera “niña” y jamás olvidarás los buenos momentos pasados con ella.

Cómo gracias a aquella máquina de acero que para ti tenía alma y corazón, descubriste una sensación de libertad que no es comparable con nada más. El cómo poder oler el mundo que te rodeaba mientras sentías el rugir del motor a través del casco, cuando serpenteabas carreteras secundarias y te fundías con ella. Esas manos temblorosas que te asían de la cintura y que ahora son las manos de la mujer que te acompaña allá donde vas y a la que le agradeces infinitamente el que comparta tu pasión. El juntarte con amigos e ir de ruta, conociendo a decenas de apasionados como tú en concentraciones a lo largo y ancho de todo el país. El gritar desde la grada de Jerez a tu piloto favorito y sentir las carreras a flor de piel, emocionándote al ver que miles de almas como tú os convertíais en una sola, unidos por el mismo sentimiento. El ayudar a otros si estaban en apuros, no dudando en detener a socorrer y alentar a los que así lo demandaban, teniendo siempre presente qué es lo que llevabas entre las manos, respetando y haciéndote respetar.

Durante todos estos años, han pasado por tus manos varios manillares, varios motores han rugido bajo tus órdenes y varios trajes de cuero ya han pasado a mejor vida, ajados por el sol, el viento y la lluvia, pero tú sigues siendo el mismo. Sigues disfrutando de esa sensación indescriptible de la fusión de tu cuerpo con el viento, el asfalto y la libertad. De jornadas dominicales con la familia y amigos que comparten tu pasión, donde compartís experiencias ya pasadas y planes que surgen frente a un refresco en una terraza de un pueblecito perdido de la mano de dios. De fines de semanas recorriendo carretas, haciendo de los kilómetros tus mejores aliados. Sintiendo y siendo aquello que desde que eras pequeño sabías que serías.

Porque ser motero no es una elección, no es algo que surja de la nada o que aparezca de repente. Ser motero es algo con lo que se nace, que sientes en lo más profundo de tus entrañas. Ser motero es una forma de vida. Ser motero es una forma diferente de disfrutar de la vida.

Dedicado con especial cariño a todos los hombres y mujeres que como yo disfrutan de las dos ruedas y sobre todo a los que se han dejado la vida sobre ellas. V´sss

 María de las Nieves Fernández,
autora de "Los ojos del misterio" (Falsaria).
@Marynfc

 
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