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CORREN


Las fotografías repiten mecánicamente lo que nunca se podrá repetir existencialmente. Lo obvio, que el pasado es inalcanzable. Solo nos hace falta desenterrar álbumes y carpetas repletas de fotos para confirmar que sí, que todo eso ocurrió, que nosotros estábamos allí y, justo entonces, de repente, como si una máquina del tiempo se hubiera activado, nuestros recuerdos vuelven. Nos transportamos a aquellos días en los que compartíamos la vida diaria, a aquel día en que nos reímos tanto, a aquel otro en el que tuvimos aquella conversación tan curiosa, a aquel en el que hicimos tantas tonterías, a aquel en que una lloró y las otras estuvimos a su lado, a aquellas noches en las que parecía que éramos invencibles…

No hay fe más barata que la de la imagen congelada, pero también gasto de la cara. Siento, tengo fe, que a pesar de la distancia nada ha cambiado ni una pizca. Lástima que este sentimiento no se pueda fotografiar… seguramente lo enmarcaría.

Cristina Costa.
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SILENCIOS HABITABLES

Imagen: Irene Colell.
Me miro como una fotografía
De lejos, por fuera
Estoy lejos de lo que fui ayer
¿Tú lo notas?
Estás como una herida
Que supura pasado
Es como un dolor ajeno
Que vive en mis derribos
Y ahora mi cuerpo no puede
Agarrarse a los gritos
Siente sus extremidades
En un territorio hueco
Como el paladar del nacimiento

Te imagino
Y eres eso: un cuerpo que flota
En un paraíso que nunca alcancé
Quizás siempre fuimos eso
Una idea sin carne 
Y te toco
:
Soy incapaz de vivirte de nuevo
Eres el punto final
Otra historia, es mi nacimiento

Lejos, lejos es tu nueva piel

Patricia Bertolín.
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SOY


Soy esa niña que no quiere crecer, que vuela con Peter Pan cada noche rompiendo las nubes plagadas de sueños imposibles. Soy esa niña que pese a sus treinta y cinco primaveras sigue saltando en los charcos, manchándose la cara cuando come chocolate y gastando bromas a escondidas. Soy esa niña a la que se le saltan los colores cuando le pillan en una mentira; soy esa niña que necesita ser querida no solo con palabras; soy esa niña que necesita los brazos de su madre y los consejos de su padre.

No soy esa mujer perfecta que ves en los anuncios y en el cine; no soy esa mujer impecable que se despierta impoluta, peinada y maquillada, de buen humor y con buena cara; no soy esa mujer que se pasa todo el día subida en unos tacones de quince centímetros y embutida en ropa que apenas la deja respirar; no soy esa mujer refinada y educada, que siempre tiene la palabra adecuada en el momento oportuno. Soy una mujer llena de imperfecciones, que se despierta despeinada, de mal humor; soy una mujer con arrugas y canas, con cicatrices en la piel y en el alma; soy una mujer que se viste con chándal y vaqueros, zapato plano y una coleta que despeina el viento en cuanto sale de casa; soy una mujer que comete errores, que no siempre dice lo correcto, a la que a veces le pierde la boca.

Soy esa amante que ya no te busca por las noches, pero que cuando te encuentra disfruta de ti como nunca, regalándote orgásmicos quejidos que nos llevan al nirvana. Soy esa amante, que también es amiga y esposa, siempre a tu lado, que te escucha aunque a veces no te comprenda, que te apoya y te anima y que también te necesita. Soy esa amante que te ama, no más o menos que antes, sino de manera diferente porque ambos ya no somos los mismos que hace doce años. Soy esa amante de tu vida, de esa vida que es la nuestra.

No soy esa madre que se enamoró de ti en cuanto te vio; no soy esa madre cuyo instinto maternal se implantó en su cerebro nada más conocer que crecías dentro de mí; no soy esa madre que solo habla de ti, que intenta quedarse por encima de las otras madres diciendo que tú eres más que los demás; no soy esa madre que dice que todo lo haces bien, que eres el bebé perfecto. No soy esa madre que te parió y dijo que todo era de color de rosa y que tenerte fue lo mejor que le había pasado en la vida. Soy esa madre a la que le costó adaptarse a ti, a la que las hormonas bandearon entre la depresión, la ansiedad y la indiferencia, que sufrió porque no sabía muy bien qué hacer contigo. Soy esa madre que descubrió hace muy poco lo que significaba ser madre. Soy esa madre que se desespera y llora cuando te despiertas tres veces seguidas a las dos de la mañana y se tiene que levantar para acunarte y cantarte, porque necesita dormir y descansar; soy esa madre que se agobia si no comes, si no descansas, si no estás bien; soy esa madre que está deseando y temiendo a partes iguales que crezcas; soy esa madre que ahora sí dice que eres lo mejor que le ha pasado en la vida.

Soy… soy tantas cosas que a veces no sé ni quién soy. Cada día me miro al espejo y descubro algo diferente, nuevo, sorprendente. Lo que sí sé es que ahora y siempre seré yo. Yo misma. Seré niña, seré hija, seré mujer, seré amante, seré esposa, seré amiga y seré madre pero siempre, ante todo y pese a todo, seré yo.

María de las Nieves Fernández,
autora de "Los ojos del misterio" y "Confluencia".
@Marynfc
Facebook: Los mundos de Nieves.


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BUEN VIAJE


Te pediría que no frenases nunca, que acelerases y que atravesemos juntos la curva peligrosa del amor.  Pero el problema es que eres tú quien conduce y eso quiere decir que yo nunca elijo destino. Y claro, es allí cuando empiezan los problemas. Yo siempre fui de brillar por mí misma, de controlar la dirección, de elegir hora y lugar, de construir mis pilares y muros. Pero desde que me he montado en tu coche y he empezado el viaje a tu corazón, me he quedado en ruinas, sin frenos. Y a pesar de que sobrevivimos a todas esas curvas al borde de acantilados, me voy desgastando en ellas. Sigues empeñado en los frenazos bruscos, en poner mi corazón en juego.  ¿Es que quieres que muramos de amor? No lo sé. Pero lo que tengo claro son mis intenciones. Y lo bueno para mí y lo malo para ti es que algún día desapareceré. Empezaré a restarle importancia a todas tus promesas, tus besos ya no me complementarán, y tus frenazos dejarán de impresionarme. Poco a poco, dolerás menos. Quizás sea una señal de que todo se marchitará. Al fin y al cabo, somos como las flores. Cuando las dejan de regar, mueren y nuestra historia morirá en una peligrosa curva de amor. Me dejarás allí, herida. No sobreviviré al golpe y estaré eternamente orgullosa de ello. Y a pesar de todo, te desearé buen viaje, cariño. 

Titanium.
@blancadepaco
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VIVIR EN LAS VENTANAS. VÍAS PARA ESCAPARTE


- Sola soy mas mía
- No necesito faroles románticos
- Busca tu compañía en
Esa soledad que evitas
- No quiero la inseguridad
Como principio
- No sabes amar mas allá
De tus abismos

Tus colores supuran
Ese agudo grito
De la oscuridad mas íntima
Como la violencia mas natural
De esta tierra

Eres eso: algo inevitable
Nunca (n u n c a) podré 
Terminar en mí
Estás engarzado en mis
Retinas
Y ya sabes, construir un sentido
Es mas fácil a cuatro gatas
Y ahora las historias
No se alejan
Me construyen: son el sentido

Patricia Bertolín.
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REBOBINA


*Inspirado en el cortometraje “The Pavement” dirigido por Taylor Engel:

Los labios. El pomo. La alfombra. REBOBINA.

Ella. Él. Los labios. La lámpara. La cortina. El pomo. La alfombra roja. REBOBINA.

Ella y sus manos. Él y su abrazo. Los labios unidos. La lámpara con luz tenue. La cortina bajada. El pomo. La alfombra roja. REBOBINA.

Ella y sus manos abrigándole. Él y su abrazo rozándola. Los labios unidos besándose. La lámpara con luz tenue. La cortina bajada. El pomo girándose. El grito. La alfombra roja. REBOBINA.

Ella y sus manos abrigándole intensamente. Él y su abrazo rozándola con firmeza. Los labios unidos besándose sin fin.. La lámpara con luz tenue en ambas pieles. La cortina bajada sobre la intimidad. El pomo girándose. El grito. La pólvora. La alfombra roja. REBOBINA.

Ella y sus manos abrigándole intensamente entre susurros. Él y su abrazo rozándola con firmeza bajo sus manos. Los labios unidos besándose sin fin en la pasión.. La lámpara con luz tenue en ambas pieles unidas. La cortina bajada sobre la intimidad de la estancia. El pomo girándose en el silencio. El grito. El disparo. La pólvora. La alfombra roja. REBOBINA.

Ella y sus manos abrigándole intensamente entre susurros y un te quiero. Él y su abrazo rozándola con firmeza bajo sus manos entregadas. Los labios unidos besándose sin fin en la pasión insalvable. La lámpara con luz tenue en ambas pieles unidas y ardientes. La cortina bajada sobre la intimidad de la estancia prohibida. El pomo girándose en el silencio de los latidos. El grito de ella. El disparo de su hermano. La pólvora en el aire. La alfombra roja. La sangre de él. REBOBINA...REBOBINA...REBOBINA...

Daniel Arrébola.
@dani3arrebola
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PROMÉTEME QUE NUNCA TE IRÁS


Prométeme que nunca te irás. Que te vas a quedar conmigo para siempre. Y con siempre me refiero al aquí y ahora. Que vamos a seguir riéndonos de los anuncios absurdos que interrumpan nuestras caricias mientras hacemos ver que seguimos el argumento de las películas de los domingos. Prométeme que nunca te irás, que jamás dejarás que el café se enfríe, o lo que es lo mismo; nosotros. Que seguiremos alimentando la ilusión y el misterio de nuestra historia. Que vas a seguir mirándome desde la barra de enfrente cuando entre a nuestro bar, que vas seguir fingiendo que no nos conocemos para luego conocernos de más. Que vas a seguir contando conmigo aunque no nos contemos todo. Que vendrán miles de San Valentine's y nosotros lo ignoraremos, porque tenemos el nuestro propio todos los días del año. Prométeme que nos dejaremos de esperar sabiendo que ya hemos encontrado todo lo que andábamos buscando. Que seguiremos teniendo nuestra vida sabiendo que tenemos una propia. Nunca fuimos de fusionar mundos, pero nos ha ido bien. Tanto que no tengo ninguna intención de frenarte, como sé que tú tampoco quieres. Porque los dos sabemos que todavía nos quedan fuerzas para no parar, para estrellarnos y luego sanarnos cada herida, cada golpe, cada cicatriz. Y cuando digo prometer, digo hacer. Porque algo que te diferencia del resto es que tú actúas, frenas mi imaginación sabiendo que conviertes todo en real, en vida. 

Titanium.
@blancadepaco

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YO Y MENOS


Precipicios lentos
Caen por el ruido 
De tu ausencia

En los párpados
Tu cuerpo es solo
Mi deseo encadenado 
A la pérdida

Tus muslos blancos 
Tan alejados de mis venas:
Soledades
Tus bocas ya no
Nombran lo plural

Un cuerpo mudo
Palabras quietas
Un ruido de fondo 
Y las paredes rajadas 
De vida:

Explotada de vida

Patricia Bertolín.
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FLORES MARCHITAS


Flores marchitas. 

La reina de las pasiones y las mentiras, de las traiciones y las iras. 

La reina de los pecados y las cosas prohibidas, de tus recuerdos sabor almíbar.

Princesa de sueños rotos y vida maldita, corona de plata y cara bonita.

Princesa que llora sola y maldice su suerte, bella princesa de corazón inerte. 

Está sola al fin y al cabo; por mucho amor que se le haya declarado, nadie tuvo la suerte de pasear a su lado.

Alba Ferrer.
@dihiftsukai
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¿QUÉ HA PASADO CON LAS FLORES?


Hoy en día es muy difícil conocer a alguien, pero conocerlo de verdad; por lo que es y no por lo que aparenta o dicen. Es una tarea prácticamente imposible debido a los múltiples prejuicios y fantasmas del pasado que habitan en nuestra particular forma de ver al mundo y a las personas. Somos demasiado meticulosos. Siempre pensamos en lo que han dejado de hacer en vez de valorar lo que siguen haciendo por nosotros. Siempre miramos el lado oscuro de la moneda. O mejor, nos pasamos la vida esperando a que nos hagan daño. Sí, no pongáis esa cara. Somos una sociedad masoquista. Parece que estemos preparados para recibir el golpe, siempre con la mosca detrás de la oreja. ¿Cuántos no habéis arriesgado por miedo a que os rompan en pedacitos? No entendéis que solo arriesgando y apostando; se gana. El resto de victorias no tienen valor, ni mérito. 

Y por no hablar de la confianza. El confiar y el saber perdonar es tan difícil como el llegar a conocer. Nos olvidamos que somos personas y que nos merecemos oportunidades. Cada uno de nosotros nos hemos equivocado en varias ocasiones y nos hemos perdonado a nosotros mismos, ¿por qué nos cuesta tanto hacerlo con los demás? Somos demasiado dramáticos, insensibles, cobardes y narcisistas. ¿Qué ha pasado con las flores? Con los detalles sinceros, manuales. ¿No estáis hartos de poesía barata y vacía? Parece que el Whatsapp ahora son los nuevos poemarios. Debemos aprender a confiar más, en los demás y en nosotros mismos. Saber decir en voz alta lo que piensas, lo que opinas y lo que sientes. Déjate los dedos y empieza a utilizar las cuerdas vocales y la mirada libre de prejuicios. La vida es todo aquello que pasa mientras escribimos por el Whatsapp. Después pasarán los años y nos arrepentiremos de las cosas que no hicimos, de no haber sido más valientes. Y no hay peor sentimiento que el del arrepentimiento y el orgullo. No lo olvidéis jamás. 

Titanium.
@blancadepaco
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ARENA ENTRE FALTAS

Imagen: Karina Aguis.
tengo la expresión atascada. 
solo un par de frases 
controlan la aduana del 
emigrar a lo exterior.

tengo ese nudo que se 
describe con dolor 
de tinta y que no. 
y así siempre. No. 
No como posibilidad, 
como forma de existencia. 
un muro desde el 
cual hacerme sombra.

tengo la mirada en forma 
de futuro. soy la propia 
amalgama de impulsos 
disecados, con algún 
rasguño de vida. Pero 
queda tanto por no hacer.

Este es el espejo. Tengo 
la capacidad de ensombrecerme 
la mirada. El estómago 
recita el augurio de la tormenta 
metálica del espacio 
hueco.

Con tanta posibilidad 
me quemo entera

Patricia Bertolín.
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LO QUE OLVIDAN LAS ETIQUETAS


Hace tiempo que lo sé. La verdad es que no podría decir el momento exacto en el que se convirtió en un hecho. Naces, y poco a poco vas tratando de ir acostumbrándote a ti misma. Poco a poco vas acercándote a lo que te hace feliz, y sabes que te hace feliz porque hay algo que te pellizca el corazón y hace que tu sonrisa se ponga de puntillas cada vez que lo haces. O eso me han dicho. También vas descubriendo lo que no te gusta, lo que hace que aprietes con rabia los dedos de los pies y respires desacompasadamente, tratando de contener unas palabras que te suben al galope por el esófago con lanzas y piedras dirigidas a nada en concreto y a todo en general. 

A partir de este sencillo baremo de “me gusta” y “no me gusta” fui haciendo caso del famoso aforismo del templo de Delfos, que reza algo así como “conócete a ti mismo”. También es cierto que caí en la tentación de definirme a mí misma a partir de lo que no era, a partir de la contraposición con los demás; vamos, de la simple comparación con el otro. Y me di cuenta que no era costurera, como mi abuela; ni domadora de leones, como el señor aquel al que le faltaban cuatro dedos; y que, por desgracia, tampoco era heladera, porque a mí el chocolate me gusta caliente, y los helados de colores (así, en general) siempre me han dado muy mala espina. 
Así que una vez pasada mi adolescencia y ya con signos de una incipiente madurez, me junté con un gran saco de palabras, entre las cuales destacaban profesiones, vocaciones, estados de ánimo permanentes, identificaciones sexuales y tantas otras palabras que pudieran acabar de completar de significado la siguiente frase “yo soy (y puntos suspensivos, para que pienses)”. Y ninguna de ellas era yo. Ninguna de esas palabras se acoplaba a mí o yo no sabía cómo amoldarme a ellas. De hecho, podría decirse, que partiendo de ese gran saco, estaba más cerca del no ser que de ser algo. Malditas etiquetas, hasta que no te pones una parece que no puedes empezar a ser de cara a la galería, y hasta que la galería no te reconoce te quedas colgando de la nada, a la espera no sé de qué. 

Con el cambio de cifras vino el cambio de ambientes y la necesidad de caras nuevas, y con esos nuevos rostros llegaron bocas grandes y bocas pequeñas, capaces de lanzar preguntas grandes y grandes preguntas. Y también pequeñas, nimias. Estas últimas son las peores, porque no las ves venir y acaban por descolocarlo todo, empezando por lo más básico. Que cuáles son mis hobbies. QUE CUÁLES SON MIS HOBBIES, me preguntó una de las bocas pequeñas. ¿Qué esperaba que le contestase? La verdad es que siempre me ha encantado comer espaguetis con aceite, sin nada más, sin sal siquiera, pero no sé si eso puede considerarse propiamente un hobby. Cada  vez que trato de hacer una manualidad acabo con kilos de pegamento entre las uñas; veo absurdo el correr detrás de una pelota que se mueve obedeciendo a unas leyes físicas que jamás comprenderé; mi mayor obra de arte va de la mano de la mejor de mis poéticas: con un seis y un cuatro hago la cara de tu retrato; y bueno, la moda… suelo llevar pantalones verdes de pana, con eso creo que lo digo todo. Una vez más estaba recurriendo a todo lo que no era, con lo que no encajaba. 

Pero - le dije con la mayor de las perplejidades a esa boca pequeña- ¿a qué te refieres con hobby? Mira, sí, a veces soy capaz de formular preguntas tan absurdas como esta, pero lo hice para ganar  tiempo, para seguir buscando una respuesta en algún lugar dentro de mí. Aunque, a decir verdad, tampoco sabía lo que sentía la gente al hablar de los famosos “hobbies”, qué les impulsaba a hacerlos suyos, a tenerlos como se tienen los apellidos, que siguen a los nombres. Pasión - me resumió la boca pequeña haciéndose grande -, entusiasmo, ganas. Hasta ahora no me había resultado especialmente frustrante ese vacío en mi interior, que no hacía más que generar ecos de todo lo que no era, pero en la vida hay puntos para todo, y yo llegué a un punto en que necesitaba sobrepasar toda esa vacuidad. Y de repente, como siempre pasa en las historias que se cuentan con cierta espontaneidad, vi una pequeña llama, una chispa en mi interior que trataba de decirme que no andaba del todo apagada, que había algo que podía prender, dar calor. 

Pero no, siempre están los miedos que todo lo complican y retrasan. Y una vez más, los nombres, las palabras y las etiquetas que parece que todo lo abarcan, pero no es así, sino lo contrario. Porque cuando se le pone una etiqueta o un nombre a algo se le está privando de todos los otros nombres, de todo lo que puede ser. Porque, llámame sabihonda (sabihonda) pero creo que no me equivoco si digo que muchas veces acabamos desplazando nuestro criterio para dar paso al de auténticos desconocidos. Y si nos dicen que somos reposteros porque hacemos buenos postres, entonces nos olvidamos de que también somos grandes pintores, cantantes o buenos escuchadores, y degustamos esa palabra, (en este caso repostero) que nos parece exquisita, por venir de otra boca; y olvidamos otras combinaciones (en este caso  pintor, cantante y escuchador) habiéndolas saboreado y disfrutado anteriormente en nuestra  propia lengua. Todo esto son metáforas, que van muy bien para explicar cosas cotidianas de un modo extraordinario, pudiendo así equiparar, por poner el ejemplo más común, un simple diente a una perla, que siempre entra algo mejor por la vista y suena mejor al oído. 

Pero bueno, en fin, supongo que todo el mundo sabe que cuando alguien se pone filosófico y pensador es porque quiere justificar algo. Porque quiere dar razones para no ser juzgado cuando decida confesar algo: un pensamiento, una condición, un estado, un hobby. Pues eso me pasa a mí, que por carecer mi hobby de nombres en el etiquetado global, me he visto obligada a condenar todo un sistema, para que lo que diga no suene extremadamente absurdo y pueda quedar camuflado de algún modo. 

Como decía al principio de todo, hace tiempo que lo sé, de hecho lo supe antes de nacer. Justo antes. Y es que yo soy auto-escondedora, “auto” para designar que la acción del verbo recae sobre uno mismo, y “escondedora" de “esconder”. Y también soy asustadora de “asustar”. Madre mía, cómo me encanta esconderme, meterme en rincones, en recovecos, asegurarme de que estoy bien camuflada, de que nadie se espera mi presencia - incluso yo misma, en el silencio, suelo sorprenderme de mi cuerpo tumbado bajo la cama, de mis ojos fijos puestos en el resquicio de luz que entra por la puerta de la habitación de mi hermano-. Es genial. De hecho, hasta nací por cesárea por eso, por esperar, por dar el susto, por ver qué cara ponía mi madre cuando le dijeran que tenían que abrir, que la niña no salía. Son momentos que, ¡por Dios!, merecen la pena. He llegado a pasar horas dentro de una caja, esperando a la víctima adecuada. Qué nervios más agradables, acaso expectación. Y maquinas el susto y con él la exclamación con la que lo acompañarás, acaso el clásico “BU”, pienso siempre primero, un “BU” que siempre se ve truncado por un sonido gutural lleno de “ges” y de “jotas” juntas, que salen como un acto reflejo a la hora de ponerlo todo en acción. A veces es que ni me escondo, en la propia conversación grito de golpe, y qué caras, qué incomprensión, y yo qué risa. Todo por un poco de risa y por otro poco de emoción. A mi madre la tengo frita, cada vez que sale del baño la espero tras la escalera y visualizo ese saltito que sé que va a dar en cuanto aparezca yo por sorpresa. La cosa es que a mí no me gusta que me asusten, soy capaz de enfadarme si alguien lo hace, porque sí, porque cada uno que se dedique a lo suyo, que yo ya me he pedido papel en la obra. 

Y bueno, poco más, que no sabía cómo explicar esta afición mía y tenía que preparar el terreno de algún modo. ¿No?

Sammy.
@sarazamz


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ENCUENTROS IMAGINARIOS


Simplemente hay personas que no son para ti. Así de simple. Hay que saber dejarlas marchar, dejarlas volar para así poder volar tú también. Lejos, muy lejos. Normalmente, siempre idealizamos a ese tipo de personas. Dándoles el gusto de dejarlas habitar en nuestra mente olvidando por completo que no son como nosotros creemos. Y lo malo de idealizar es que nada tiene sentido en un mundo real. Todo pierde sentido cuando empiezas a aterrizar por un aviso de emergencia; cuando exiges explicaciones, planes, flores, abrazos, actos, cuidados, un hoy por él o ella y por ti nunca. Todo es mucho más simple, no hay nada. Porque al fin y al cabo, las ideas son como los perfectos y blancos copos de nieve, cuando tocan el suelo se funden, desaparecen. 

Y lo mismo sucede con esas personas que no son para ti. Debes aceptarlo, dejar de crear realidades paralelas protagonizadas por encuentros imaginarios. Aprender a ver la realidad, ver las diferencias que os unen y la distinta forma de ver la vida y sentir. Dejar ir, empezar soltar esa cuerda tensa que solo provoca agujetas en el corazón de tanto tirar. Soltar, respirar y darte una oportunidad. 

Una oportunidad de volver a sentir, de limpiar tu mirada y barrer tus rincones, continuar de frente sin mirar atrás para comprobar si esa persona te sigue, porque no lo hará. Por una simple razón, quien de verdad te quiere no te deja ir, jamás. Por eso, plántate cara a ti mismo, destruye ese vínculo imaginario. Mereces más, siempre lo has merecido. 

Titanium.
@blancadepaco
 
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