LEPOLDO ABADÍA - ¿QUÉ HACE UNA PERSONA COMO TÚ EN UNA CRISIS COMO ESTA?


Para los que le conozcan, más de lo mismo; y no en ningún tipo de sentido despectivo, ni peyorativo, de aburrimiento o cansancio. Nada de eso. Vuelve a deslumbrarnos con su sabiduría, con su tono desternillante, su llaneza; su seña de identidad.

Para los que no le conozcan; un gozo, un deleite sin igual el leerle. Se sabe que es una buena persona porque lo demuestra con sus palabras. Se sabe que entiende de economía (aunque lo niegue hasta la saciedad) porque lo demuestra con sus palabras. Se sabe que es grande porque sus palabras desprenden grandeza. Sus palabras son su arma, con este apunta a todos los conflictos económicos y sociales del momento que vivimos y los palia con sus soluciones “evidentes”, que parecen aptas para cualquier mente, pero que sólo se le ocurren a este escritor de 78 años (con 12 hijos y 43 nietos) los cuales sólo se demuestran en su documento de identidad, porque en todos los demás sentidos, es uno de los seres más jóvenes y hábiles que se pueden encontrar sobre la faz de la tierra.

Un grandísimo escritor, un grandísimo economista, un sabio contemporáneo, un genio. Y de estos, en estos tiempos que corren, se encuentran muy pocos, tan pocos que un grito nace del vacío en forma de clamor para decirnos que no seamos necios y les apartemos de nuestra vista, no nos creamos superiores con nuestras mentes “egotistas”, no nos creamos intocables, supremos. No. Gocemos de ellos, aprovechémoslos, son muy valiosos, gente como él nos sacará de esta crisis, de los demás depende que confiemos en ellos, que abramos nuestras mentes, que nos abramos al mundo.

Acerca del libro en cuestión, poco más que decir, leer cualquiera de sus libros es leer a Leopoldo. Es leer su característica forma de entender la vida, de entender la sociedad, los problemas. De buscar en esa moneda que a nuestros ojos parece tener un único lado (el negativo) y la cual maneja nuestra suerte, el lado positivo. Aquel lado que nadie puede o quiere ver pero que, al fin y al cabo, pocos encuentran. Y él lo encuentra por nosotros. ¿No es esto suficiente para leerle o escucharle?  

Víctor G.
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