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MAÑANA ES HALLOWEEN - ISRAEL MORENO

¿Qué mejor en estos días, en los que la noche irrumpe cuando aún no nos ha calentado el sol, que apoyar a la oscuridad con buenos relatos y libros de terror?

De esto es de lo que hablaremos hoy. En concreto, de la primera novela de Israel Moreno, 'Mañana es Halloween'. Con la certeza y convicción de una próxima continuación titulada 'Hoy es Halloween', este escritor, profesor y guionista, nos atrapa con una trama que acercará al lector recuerdos de las páginas de grandes maestros del terror como Edgar Allan Poe o Stephen King. 

No nos vamos a encontrar con un Dupin que nos lleve de la mano hacia terrenos oscuros solo posibles para una mente como la de Poe. Pero vamos a adentrarnos en un seguido de historias aparentemente independientes pero que, a medida que avanza la obra, nos daremos cuenta de qué las une y sobre todo disfrutaremos del cómo las une Israel Moreno. 

Capaz de adaptar el discurso en primera persona al personaje que se trate según el capítulo y de haber dispuesto un perfecto anzuelo en el fin de cada relato con la certera intención de dejar al lector ansioso por saber más de ese personaje, este escritor novel nos ofrece una historia de terror ambientada en el pueblo de Naime que puede ser leída del tirón en una lluviosa tarde de frío y silencio. 

Dignas de mención son las elaboradas y tan impresionistas descripciones que el autor lleva a cabo sobre el frío y eternamente nocturno pueblo que recuerda a grandes maestros de la descripción como James Joyce o nuestro José Martínez Ruiz, 'Azorín'. 

En definitiva, una obra que como hemos comentado puede leerse de una vez, que nació en un principio como guion para un cortometraje, en la que puede divisarse cierto aire de terror en algunos pasajes, con grandes y profundas dosis de esoterismo en las reflexiones de varios de sus personajes. 

'Mañana es Halloween' puede ser la semilla imperfecta que haga brotar una extensa carrera literaria a un autor por ahora novel, o no, eso solo lo sabe el tiempo. 

Víctor G.
@libresdelectura
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LA PIRÁMIDE INMORTAL - JAVIER SIERRA

"¿Tienen memoria las piedras? ¿Y discernimiento? Y en caso afirmativo, ¿podrían llegar a comunicarse con los humanos?
Debo estar perdiendo el juicio".

A lo largo de su vida, Napoléon Bonaparte siempre fue preguntado acerca de qué es lo que vio o vivió durante la noche que pasó dentro de la Pirámide de Giza, y él siempre respondió lo mismo: "Aunque os lo contara, no me ibais a creer". 

Esto es lo que intenta explicar Javier Sierra en La pirámide inmortal. Surgida como manuscrito elaborado y retocado de aquel El secreto egipcio de Napoleón que el escritor publicó en 2002, aparece esta obra que dejará helados a los inquietos y anhelantes de historia y misterios. Esta, la novela más esotérica del autor, aparece como respuesta a qué llevó a Napoleón a Egipto, qué fuerzas lo mantuvieron firme en sus combates, qué misterios lo transportaron a ser visto por el pueblo egipcio como el nuevo Osiris, como el nuevo Jesús. 

Javier Sierra nos ofrece en esta obra la historia de las relaciones que toda religión o creencia, en especial la cristiana, tiene con la egipcia. Osiris como el primer personaje mesiánico de la historia, como el primero en vivir la inmortalidad, como hiciera siglos después Jesús, otro elegido, como lo será Napoleón. 

Es importante no contar más de una obra que desde las primeras páginas hipnotiza a los ojos curiosos impidiendo cerrar el libro para dar paso a una sucesión de pasado de páginas incontrolable. Javier Sierra es un maestro de la narrativa igual que lo es de la Historia. Es el más capacitado en coger el máximo de hechos veraces y darles la pincelada ficticia que provoca esa chispa en el lector, que mantiene viva la llama del interés compulsivo. 

Leyendo esta obra el lector aprenderá tanto como disfrutará, despejará etapas de la Historia impregnadas de oscuridad, entenderá por qué Javier Sierra ha sido el único español capaz de colocar uno de sus libros en el top ten de la lista de los más vendidos en Estados Unidos según The New York Times, entenderá cómo podemos tener un escritor que decida introducirse una noche, a solas, en la Pirámide de Giza, para saber qué era exactamente lo que Napoleón vivió. 

Y lo que vivió, queridos lectores, asegura que nadie se lo creería. 

Víctor G.
@libresdelectura

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LOS CRÍMENES DEL MONOGRAMA - SOPHIE HANNAH

Vuelve Poirot, vuelve la materia gris que a tantos arropó en su infancia. No, no es que Agatha Christie haya resurgido de sus cenizas cual ave Fénix; es Sophie Hannah, ilustre novelista, quien toma las riendas del detective para ofrecernos otra cuidada e intrigante historia en el Londres de 1929. 

Muchas veces nos centramos en lo escrito, en el contenido, sin fijarnos en lo que lo envuelve, sin acordarnos de aquel mens sana in corpore sano. Y digo esto por el excelente envoltorio que presenta la obra, una portada y contraportada de un material aterciopelado que endulza nuestras dedos mientras nuestra cabeza sigue cuestionándose los misterios del caso. Mención especial para ello.

Decía Christie que "la mejor receta para la novela policíaca es que el detective no debe saber nunca más que el lector". Y por ello podemos decir que Sophie Hannah ha triunfado en esta aventura que tenía más de suicidio que de logro. Porque siempre saldrán los reticentes a volver a abrir el tarro de las esencias 'poirotianas', porque tenía críticas negativas aseguradas, porque era una empresa de locos seguir dando cuerda a Hércules Poirot.

Volvemos a verlo en escena, desde los ojos de Edward Catchpool, lo que será muy importante porque siempre iremos de la mano de la ignorancia del detective de Scotland Yard, siempre una marcha menos que el belga. Poco podemos contar que el lector de esta reseña no conozca de Hércules Poirot, así que lo más adecuado en este caso sería mostrar qué va a encontrar como novedad el lector en la obra.

Veremos que Sophie Hannah inyecta en Poirot una intensidad especial en su constante lucha dialógica entre método e intuición, lo que puede recordar en cierta medida a la labor y obra de alguien cercano a nosotros como Benito Jerónimo Feijoo, con esa experiencia tan fundamental, ese error aceptado. También remarcar la dualidad tan necesaria y curiosa que tiene el detective entre la esperanza y la ciencia como elementos capaces de ir de la mano, de congeniar, de empujar una a la otra en la investigación. Su método es único, lo tiene todo bajo control. Aún cuando nadie sabe por dónde irá el sendero inhóspito del caso, Poirot ya tiene las señas a seguir en su mente. Poirot es un especialista en escarbar el fondo de las conversaciones, pero aún lo es más sabiendo descifrar los silencios, descodificando la falta de palabras es como él resuelve sus casos: "Callar es una forma de mentir, una forma muy eficaz, porque no deja establecida ninguna falsedad que se pueda contradecir".

Estos diálogos entre detectives, entre maestro y aprendiz, entre Poirot y Catchpool son lo que hace grande la obra. Diálogos entre la superioridad consciente y la sempiterna duda inconsciente, recordando a una obra maestra como La carta robada de Edgar Allan Poe. Poirot, a diferencia quizás de las obras de Christie, gana en este caso gran poderío psicológico. Descubrimos un Poirot con obsesiones, con sentimientos muy escondidos pero que Catchpool, el detective que anda siempre perdido en la investigación, observa y comprende a la perfección. Hay un niño incomprendido debajo de esa perfección obsesiva, de ese tan acicalado bigote, de esa impecable vestimenta. 

No podemos terminar sin recalcar los directos y certeros dardos que lanza la autora al Londres de la época, imitando tan bien a la creadora. Mejor dicho, imitando o no. Porque vemos claros rasgos de esta autora como hemos comentado, porque también se deja llevar por las líneas que configuran la vida del detective belga. Porque, al fin y al cabo, hace la historia suya. 

Víctor G.

 
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