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COSAS QUE DECIDIR MIENTRAS SE HACE LA CENA - MAITE NÚÑEZ

Empezamos la semana con otra recopilación de cuentos, esta vez con Cosas que decidir mientras se hace la cena, de Maite Núñez, publicado por editorial Base, de quien ya pude criticar hace unas semanas la obra de Óscar Sipán y su Quisiera tener la voz de Leonard Cohen para pedirte que te marcharas

Aunque uno de mis géneros predilectos en cuanto a Literatura es, sin duda, el cuento, debo reconocer que me parece injusto criticar recopilaciones de estos relatos. Un relato es una creación única, individual, un relato es una novela, un guion o una tragedia, es una composición que se merece un trato personalizado, que se merece ser tratado como una sola cosa, porque eso es lo que es. ¿Acaso criticamos la obra completa de un autor si no es en ocasiones especiales? Aún así, buscando la parte buena de todo ello, estas colecciones nos muestran los rasgos más comunes del escritor en cuestión, la imprenta fija que deja en cada uno de sus escritos, es la mejor forma de conocerlo, de ver lo que no sale de él por casualidad, su talento, lo innato. 

Y este talento, en Maite Núñez, es la capacidad de integrar la semilla de lo trágico en sus personajes. Todos son un valle de lágrimas recubiertos por cuerpos opacos que luchan, con desgana, por vivir. Ellos no, sus cuerpos sí. Siempre hay un halo de esperanza en este o estos personajes traumáticos por salvar una lágrima y ver amanecer, esperanza que acaba truncándose por el peso de una lágrima más poderosa, más triste, más fuerte, una lágrima final que empapará al lector de lo trágico que es vivir sin un sentido. Los cuentos de Maite Núñez son cuentos de soledad, de una soledad que puede llegar a enfermar a sus personajes, son el relato de lo que no es vida, del camino paralelo al vivir, aquel que parece tan inalcanzable hasta que te das cuenta de lo cerca que lo tenías. Maite Núñez actúa en este libro como compositora de melodías, juega con los ritmos (y con nosotros) mediante el flujo bombeante de frases cortas y rapidez, y frases largas y pensamiento. Además de unos diálogos que recuerdan a dos enfrentados en un ring, a una pelea incesante de boxeo, pero no aquel tópico cortazariano del cuento como boxeo, sino porque aquí el diálogo es una batalla entre dos, entre el protagonista y otro personaje, entre el protagonista y lo que le rodea, entre el protagonista y su interior, donde siempre acaba igual, vencido. 

Hay algo de curativo en la escritura, y libros como este lo demuestran. Escribir puede ser vivir, caminar, subsistir. Y Maite Núñez lo demuestra con esta obra, un intento por salir de la soledad que emana un mundo con tanta gente. Porque eso es lo que se desprende de este libro, que todo, que todos, en definitiva, estamos solos y que si no trabajamos en nuestra soledad, incluso ella nos dejará, ¿y qué seremos si no podemos ni estar solos? 

«Quiso creer de veras que si las cosas no se decían no tenían por qué ocurrir, como si la enfermedad necesitara de las palabras para concretarse y triunfar. Alargó la mano y dejó la libreta sobre el mostrador.»

Víctor G. 
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EL DEDO Y LA LUNA - ALEJANDRO JODOROWSKY

Dice Jodorowsky que maestro es aquel que te proporciona la enseñanza para que tú la descifres. Yo digo que maestro es aquel que coge la enseñanza, la desmenuza, y te la hace comprender de una manera más sencilla y accesible. Y por eso él es un maestro, porque es lo que hace en este libro: El dedo y la luna. 

Una obra que se distribuye en tres partes: Historias zen y japonesas, Koans y Haikus. Dicen que lo normal en una de estas composiciones procedentes del budismo zen es que cuando las lees, al no entenderlas por ser complicadas de descifrar, no hay que preocuparse. Recomiendan relajarse, dejarla entrar en nuestro interior y olvidarnos, que ella sola sabrá cuando crecer dentro de nuestra mente y ofrecernos su significado. Con Alejandro Jodorowsky todo toma una velocidad más. Él ya ha pasado por todos esos años de meditaciones acerca del contenido de estas historias, de búsqueda de significado, de dejadez ante su poder. Por su experiencia como discípulo del maestro Ejo Takata, pudo empezar a entender la esencia de todas ellas, y es en este libro donde ofrece al lector las enseñanzas zen que el maestro le compartió comentadas y descifradas por él mismo como discípulo.

Encontramos en las dos primeras partes historias breves sobre maestros y discípulos con una primera sensación leve pero confusa. En una primera lectura puede parecer algo nimio, incongruente y carente de sentido, pero con las palabras de Jodorowsky todo coge color y se presenta ante nosotros como una hermosa enseñanza acerca de la vida y su sentido. Porque lo que Jodorowsky, a través de los maestros, quiere hacernos comprender es que más allá de nosotros hay un todo del que todos formamos parte. Todo lo que nos ocurre son situaciones o elementos que nos encuentran, pero pasan, y todo sigue el mismo camino, somos un flujo que puede topar con obstáculos pero que nunca deja de fluir, somos una energía que no tiene fin. El chileno intenta demostrar con todas estas historias comentadas que lo más importante en esta vida es llegar a ser capaces de desapegarnos de todo y de todos, incluso de nosotros mismos. Ver los problemas desde fuera, las alegrías, las penas, los accidentes y los triunfos como algo que no nos condiciona, sino que sucede y ya está. Ver desde fuera lo que en realidad no somos, porque lo que somos es ese ser que está por encima de todo, somos otra cosa, a la que no le afecta nada, que sigue un camino de armonía total, que ve la vida pasar igual que la muerte, que forma parte de algo propio y común, visible e invisible, pero total. 

En definitiva, como suele ocurrir con la narrativa de Jodorowsky, este libro se convierte en una pieza fundamental para todo aquel que sienta en sus fueros internos que algo raro sucede en el mundo, que todo afecta demasiado, que se necesita mucho del otro, que nosotros no somos nada más que caminantes en busca de la muerte. ¿Qué somos en realidad? 

«Gurdjieff contaba que Dios, viendo que el hombre era tan destructor, decidió ocultar la verdad en el corazón del hombre mismo a fin de protegerla. Y así quedó resguardada, puesto que el hombre no se preocupa de su corazón».

Víctor G. 
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EL ASESINATO DE MARGARET THATCHER - HILARY MANTEL

Colocada como una de las cien personas más influyentes según la revista Time, con su obra convertida en Bestseller del The New York Times y multitud de premios recogidos a lo largo de su carrera, Hilary Mantel sigue provocando muecas de satisfacción en los lectores con El asesinato de Margaret Thatcher. 

Una colección de once relatos que coge por título el nombre del último que la compone. Con la maestría que la ha convertido en la única mujer galardonada con dos premios Booker, Hillary Mantel sigue desplegando historias que entran en el lector agitándolo, despeinándolo; buscando y consiguiendo la esencia de la Literatura. Cargada de esa ironía ácida tan británica que acompaña a los autores que están de vuelta de todo, que han saboreado todo tipo de calamidades y frustraciones en su vida y han decidido transmitir su experiencia al lector, quizás creyendo que así podrán evitar que este pase por lo mismo. Leer a esta autora nacida en el Reino Unido es comprender la cantidad de miradas que puede haber hacia la realidad. Mantel convierte lo casual en extraordinario. Sus cuentos son composiciones sublimes en las que un narrador cercano te acompaña de la mano y va susurrando en tu oído lo que te quiere contar, de fondo; hasta que de repente se dirige exclusivamente a ti, te avisa, te alerta, y es ahí donde te das cuenta, donde dudas, de si es verdad que lo estás leyendo o realmente lo estás oyendo de alguien. 

En todos sus relatos se encuentra la puya indirecta (y en muchos casos directa), camuflada por la inteligencia de alguien que escribe para buscar respuestas a todo lo que su mente se pregunta, y sabiendo que nunca las va a encontrar. Aquí, el lector prevenido ante la obra de Mantel podría pensar, ¿y entonces para qué leerla? Para eso mismo, para entrar en ese dilatado mundo en el que las preguntas luchan por resolverse sabiendo que su gracia está en ser preguntas. La cabeza, y por consiguiente la mano, el bolígrafo, las palabras de Mantel son un nido de ideas interminable, un flujo constante de preguntas por la vida, de guiños al desengaño, de una tormenta que abrasa a su prosa enganchando de manera incontrolable al lector. 

En definitiva, Hilary Mantel es uno de esos autores del después, que saben lo que va a pasar, porque siempre va a pasar nada, y ellos son los mejores explicándolo. Es una escritora convencida de que si nada tiene sentido, por lo menos que la Literatura sirva de aquello que nos dice una hermosa canción: «mi chupa de cota de malla contra la desdicha». 

Víctor G.
@libresdelectura

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REPARAR A LOS VIVOS - MAYLIS DE KERANGAL

Ya la portada del libro nos lleva, con su imagen, al surf, a las olas, al mar. Y es que para Maylis de Kerangal así fue la redacción de su obra, una línea continua, un flujo que únicamente terminó con el punto final de la obra. Reparar a los vivos es una novela nacida desde el sentimiento de la propia autora de querer dar voz a la muerte. Tras vivir una situación trágica y de posterior duelo en su círculo cercano, de Kerangal se dio cuenta de que debía sacar todo lo que llevaba dentro con respecto a la muerte y de esta manera dejar el dolor adormilado en un papel, pero siempre atento para entrar en la mente del lector que se digne a abrir la obra. Reparar a los vivos es la historia del trágico accidente de un joven francés junto a dos amigos a la vuelta de ejercitarse sobre las olas que, dado como muerto cerebral y viendo que su corazón sigue funcionando, se le intenta convertir en ayuda para otros tratando con su familia el tema de la donación de órganos.

Algo a destacar de la obra de la afamada escritora francesa es el estilo totalmente inaudito. Capaz de formar, con frases extensísimas y otras muy breves, una jornada de surf de poco más de 200 páginas, Maylis de Kerangal consigue introducir al lector en profundidades mentales con oraciones imposibles de vislumbrar su final, pero también de parar al lector, de dejarlo respirar usando frases cortas en los momentos de peso, graves, solemnes. Como ella bien reconoce, su libro es una gran gesta técnica, pero siempre con la voluntad de que sea una novela, porque eso es para ella la Literatura: “no la descripción de lo real, sino de la experiencia de lo real”. Para ella, “escribir es describir” - como tanto defendía el realismo de Balzac -, siempre busca el alejamiento para ir introduciendo poco a poco pinceladas de proximidad, de profundidad en ciertos personajes que trastocan al lector. Porque para de Kerangal, “describir no es una pintura de fondo, es una antena que recibe y emite”.

Reparar a los vivos es una obra que transmite al lector la fatiga de moverse sobre las olas, la pesadumbre de saber a tu hijo muerto. Es un libro hecho sentimiento, algo muy difícil de encontrar, son palabras que retienen el alma del lector, la aprisionan hasta ahogarlo. Leyendo a Maylis de Kerangal el lector se hundirá, luchará por salir a la superficie pero una nueva ola de extensísimo número de palabras lo introducirá de nuevo en el agitado mar de una mente prodigiosa dentro de un cuerpo de delicada escritora francesa. Adentrarse en la lectura de esta novela es vivir la narración de un ojo completamente omnisciente que va decidiendo en qué personaje posarse para sacar de él todo lo que remueve su compleja mente. Leer Reparar a los vivos es hospedarse en la oscura y misteriosa habitación mental de unos padres que han perdido a su hijo mayor, es oscilar entre la cordura y la irrealidad de cabezas que no encuentran explicación, es surfear las prestigiosas e indefinibles olas que crea y configura nuestra conciencia. 

Víctor G.
@libresdelectura
 
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