0 comentarios

MORTAL Y ROSA - FRANCISCO UMBRAL

«Poema en prosa de unos graves meses de mi vida». Así expresa Umbral lo que siente que es este libro. Para los que le hayáis leído alguna vez, ya habréis podido comprobar que Umbral siempre está dentro de su obra. En este caso, usando como eje central al «pequeño pivote» que es su hijo muerto, el autor madrileño se vuelca en una página en blanco que él ve como catalizador de la memoria. Escribir es para Umbral existir, vivir o, mejor dicho, sobrevivir. Decía Panero que «en la infancia vivimos y luego sobrevivimos» y eso es lo que parece sucederle a Umbral cuando escribe. 

Partiendo siempre de la divinización de la infancia, nos lleva por el camino de su vida manchada en todo momento por la muerte de su hijo. Lo corporal se une a lo sentimental para dar una obra imprescindible que estremece desde la primera hasta la última de sus páginas. Si tuviera el valor de señalar algún libro que todo el mundo debería leer, uno sería este. Y lo haría porque es una demostración magistral de cómo el sentimiento se convierte en palabra escrita. 

Umbral se mete en su libro para no salir jamás. Con una carga poética digna de cualquier gran poeta de nuestro panorama literario, en Mortal y rosa – título que surge de unos versos de Pedro Salinas – se camufla la poesía bajo el cuerpo de la prosa. Dicen que Umbral es uno de los escritores españoles más difíciles de traducir, y ello sucede por ese estilo único que el escritor hilvana como si se tratase de una gran costura que liga todas sus obras. 

Mortal y rosa es un ejemplo perfecto de cómo la literatura es terapia, de cómo la escritura es capaz de sacar del cuerpo los demonios que atenazan al escritor, de cómo un libro puede, solo con abrirse, sacudir al lector con sentimientos que previamente sacudieron al autor. Mortal y rosa gusta y os gustará. 

Víctor González. 
@chitor5


0 comentarios

EL PRECANDIDATO - ALFREDO BELASIO

Tragicómico e indignante es el relato de El Precandidato, escrito por Alfredo Belasio. Con un ritmo acelerado, cuenta la maquinaria política que se pone en marcha a la hora de formar una figura pública aceptable. El fin es proponer un candidato para el partido que sea fácilmente manejable y que sea votado por los ciudadanos.

La tiranía con la que se desenvuelve el protagonista es lo que causa tal indignación y llama a una reflexión: ¿habrá pasado esto en la historia más reciente de la Argentina? El libro comienza con un prólogo que aclara el carácter ficticio del relato y que «cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia». Las coincidencias son muchas.

El precandidato Antonio Solventi debe ser reconocido públicamente para acceder al juego político. Realiza viajes a diferentes puntos del globo, asiste a eventos importantes y responde a las preguntas de los periodistas. Para poder llevar a cabo correctamente esta tarea es acompañado por su equipo: su mano derecha, una prostituta y un traductor. Este último, además de traducir, mejora las respuestas de Antonio para una buena recepción. Por esta razón, atraviesa una lucha interna que lo lleva a una disyuntiva: seguir trabajando con Antonio para paliar su mal momento económico causado por la desocupación, o renunciar para dejar de contribuir con la formación de un precandidato aberrante. 

Es curioso observar en este libro los hilos que se mueven por debajo de la mesa, es decir, aquello que no se sabe y nunca saldrá a la luz. Lo que hay detrás de una figura pública que da un discurso a una multitud; las negociaciones que nada tienen que ver con la política, sino que se asemejan a un acuerdo entre privados. Sin embargo, estos tienen repercusiones en el día a día de los ciudadanos, en la cotidianeidad y en el transcurso mismo de los hechos.

Es válido repensar los lugares que se han construido para la política, las herramientas disponibles para intervenir en esa maquinaria que nada tiene de inocente. Ante todo, se observa una interacción desigual entre los que sólo alzan su voz a través del voto y los que tienen la capacidad de ofrecer las personas que representarán al pueblo.

Diana Novoa.
@diananovoa
 
;