MIEDO - STEFAN ZWEIG

Puede llevar el nombre de Irene Wagner o llevar el nombre de cualquiera de nosotros. Todos hemos pasado miedo, todos hemos sentido culpa, todos hemos deseado, a la vez que no, que lo escondido, lo callado, lo guardado en nuestros adentros sea expulsado para poder ser liberados. ¿Qué es más castigo, lo que uno recibe tras la confesión o lo que uno vive durante el silencio? De eso trata Miedo, la última publicación de Acantilado con la firma de uno de sus autores fetiche: Stefan Zweig. 

Miedo es el camino de la culpa que vive Irene Wagner tras serle infiel a su marido. Comete adulterio, cree ser cazada y a partir de ahí empieza el calvario: piensa que todos los que la rodean lo saben, que su marido emprende una estrategia para hacerla confesar, que el mundo a su alrededor conspira contra ella, la delata, la señala, la obliga a poner en palabras lo que su cuerpo, en silencio, clama. Acosada por una posible delatora, Irene experimentará el vacío que siente alguien que cree ser apartada por los demás. La mente es caprichosa y posee la fortaleza de hacernos ver lo que en ella habita y en la vida de Irene todo está pintado con el color del miedo. Se siente culpable por lo que ha hecho, busca razonamientos para rebatirse a sí misma, busca complacerse, reafirmarse, convencerse de que sus actos podrían no ser culpados, mal vistos, rechazados. Pero no. El miedo siempre vuelve. 

Con su marido, los niños y el servicio como piedra de toque, Irene Wagner descubrirá un mundo nuevo a través del miedo, se dará cuenta de la realidad ante la que estaba cegada durante tanto tiempo, encontrará la parte positiva de esa fuerza aterradora que la ha conquistado: la consecución de abrir los ojos a la vida. Cegada por la vida acomodada, Irene se topará de bruces con la verdad de sus hijos, de su marido, de su casa, de todos los que la rodean. Indagará en ello, buscando en su interior el camino de la posible confesión. 

Guiada por un camino secundario y aparentemente invisible, acabará dándose cuenta, con el sorprendente final que gobierna la obra, de que nada era lo que pensaba, de que su miedo fue solo suyo, de que vivirlo fue decisión propia, de que darle cobijo en su interior fue solo algo voluntario y totalmente esquivable, evitable, ¿inútil? Otra muestra de la maestría en la fluidez narrativa por parte de Stefan Zweig. 

Víctor González

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